domingo, 30 de enero de 2011

Más allá de los números


Muchas de las conversaciones del profesorado a principio de todos los cursos se centran en una cuestión importante: ¿cuántas personas tienes en clase este año?. Algo tan simple como esta pregunta nos remite a la obsesión patológica de muchos de nosotros por cuantificar cada mínimo detalle. En la universidad, esa reducción impersonal a los números es constante año tras año y afecta, no sólo a la vida universitaria del alumnado, sino también a la de los profesores/as.

En lo que respecta a los/as docentes, nuestro trabajo en las aulas se convierte, al final de cada cuatrimestre, en una nota. La valoración de tus alumnos/as, aquello que opinan de tu labor como profesor, se limita a un número triste, desprovisto de razones y “por qués”. Quizá sea necesario plantearse ciertas cosas en torno a las valoraciones docentes realizadas en la URJC:

1) Valorar la actividad de cuatro meses a través de 10 preguntas supone darle excesiva importancia a los números. Si además esas preguntas tienen respuestas cerradas y se parecen en exceso entre sí, pueden ofrecer una radiografía imprecisa de la percepción que tiene el alumnado de aquellos/as que impartimos docencia.
El porcentaje (cuánto) ignora lo más importante de todo, las razones, los matices (cómo y por qué) de las formas y métodos para dar clase.

2) De igual modo, tendríamos que preguntarnos si todo el alumnado tiene “derecho” a participar aunque no haya acudido de forma regular a clase. Ante el plato precocinado de las encuestas de valoración actuales, el simple hecho de estar en clase en el momento de realización del sondeo, concede la posibilidad de opinar. ¿Qué ocurriría si, en vez de preguntas cerradas se exigiese elaborar argumentos y justificar el por qué de las respuestas?

3) Pero más allá del método de recogida de esta información, habría que preguntarse cuál es la utilidad del mismo. ¿Tienen estos resultados alguna incidencia en la contratación y renovación del profesorado? ¿Existe algún tipo de remuneración (al menos simbólica) a aquellos/as que hayan obtenido las notas superiores?. De igual modo, ¿son públicos los resultados? ¿tiene conocimiento el alumnado de qué calificación han obtenido sus profesores/as?

Sólo vinculando estas valoraciones a unas consecuencias tangibles, el alumnado identificaría la utilidad de sus opiniones y se tomaría más en serio la calificación del profesorado. De igual modo, esa vinculación podría garantizar una inversión eficaz y transparente del dinero público con el que nos pagan nuestras nóminas cada mes.

Plantear nuevas utilidades y métodos de valoración serviría también para situar y reconocer el papel del alumnado como espina dorsal de la universidad. No nos podemos quejar de la apatía y la pasividad de aquellos/as que llenan nuestras aulas, si los métodos de participación que les ofrecemos están limitados y son, la gran mayoría de las veces, excesivamente precarios.


José Manuel Sánchez Duarte

Profesor de Opinión Pública de la URJC

Texto extraído de la revista universitaria Acta Verbum (Nº4)

1 comentario:

  1. A veces, la valoración docente la rellenamos con cierta agresividad e imparcialidad hacia el profesor. Esto ocurre porque muchas veces el profesor paga el pato de la mala coordinación que tiene esta facultad.

    Cuestiones como no tener profesor hasta dos clases antes del examen, que el profesor no sepa por donde cogernos porque necesitaria que hubiesemos dado contenidos básicos previamente a su asignatura para entenderla correctamente, cuestiones como que no haya internet en las aulas o que se nos niegue el acceso a material audiovisual (incluyendo plató) para hacer practicas que ha mandado un profesor, el cual por supuesto no sta dispuesto a star con cada grupo una hora para que nos permitan utilizar el material....

    Por no hablar de los 15 creditos obligatorios de practicas en empresas que debemos realizar para que nos den el título pero que, sin embargo, los profesores nos exigen que acudamos a clase...

    ¿culpa del profesor por hacer una asignatura de asistencia obligatoria (en una licenciatura, 5º de carrera) o culpa de la universidad que plantea un horario irrisorio (un cuatrimestre con únicamente dos asignaturas que para colmo nos exigen asistir a clase aunque digamos tener practicas en empresa?

    La cuestion es que la valoración docente no hace referencia al profesor en sí, sino a las circunstancias que se nos plantean con cada asignatura, y eso por supuesto no es objetivo. Sim embargo, no encontramos otra forma de que alguien nos escuche puesto que cada vez que se plantea una queja....misteriosamente nadie hace nada, ni si quiera se nos contesta ( y mi clase lleva poniendo reclamaciones conjuntas desde primero de carrera)

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